Bodas de Unión, Febrero
Celebramos las Bodas de Oro y Diamante de nuestras hnas. Le damos gracias a Dios por la vida consagrada.
Salgan a buscar al Amado, dónde está y nos dice el mismo Papa ahora que vino a México: está en los pobres, en los marginados, en los enfermos, en los abandonados, en los presos, ahí está tu amado, abrázalo…
Bodas de Diamante de las hermanas Concepción de la Inmaculada, Median y Asela de Nuestra Señora de Guadalupe, Padilla. Y Bodas de Oro de la Hna. María Trinidad de la Cruz, Fregoso.
Celebradas el día 20 de febrero en el oratorio Nazareth de la Curia General de esta Congregación, presidió la celebración Eucarística el Excmo. Sr. José de Jesús González OFM, Obispo de la Prelatura del Nayar, de quien compartimos el mensaje que con mucho entusiasmo dio a las hermanas festejadas.
Le damos gracias a Dios por la vida consagrada, gracias a Dios porque existen, porque nos hacen vivir esta unión de Dios con nosotros, es un misterio, pero no por ser misterio queda al margen, sino que entramos según la gracia de Dios y el empeño de cada uno, entraos en el misterio y se vive y nos alegramos, reconoce uno sus miserias y también reconoce uno esa obra maravillosa del Señor que es admirable y misericordioso.
Gracias por testimoniar ese amor y esa misericordia y misterio de Dios. Gracias porque hicieron fiesta, gracias por preparar esta fiesta con el Señor.
Quisiera decores un pensamiento para que entremos a este misterio.
Son bodas de Oro y más que de Oro las de Diamante, bodas quiere decir unión de Dios con ustedes, con nosotros. Si en las bodas de Caná que representa el matrimonio que es difícil, como ese misterio en que dos personas se unen y forman una sola y así representan el amor de Dios con nosotros, de Cristo con su Iglesia y vemos qué difícil es esa fidelidad entre hombre y mujer igualitos, de carne y hueso; y es difícil ser fiel y perseverantes entre iguales, es más difícil la unión de los fieles con Dios. Ustedes se unen a Cristo el Esposo, no son iguales, entre iguales es difícil cuanto y más cuando no somos iguales. Él siempre es fiel aún en esa diferencia, hay bodas, hay unión.
El agua bendita que les puse al inicio de la celebración nos recuerda el bautismo, el día en que Dios se unió con nosotros, ese día fuimos consagrados, ya hubo una primera unión de Dios con nosotros a través del bautismo; ahí hay bodas, allí inician las bodas, ya Dios puso su mirada misericordiosa en nosotros, perdonó nuestros pecados y nos dejó dignos de sí. Es un milagro que contemplamos y la vida consagrada eso es, vivir el amor esponsal de nuestro bautismo por medio de los Consejos Evangélicos, así queremos estar unidos a Él y Él a nosotros. La historia de ustedes nos la presentan con su vida y nosotros aprendemos de ustedes, hay alegría inmensa de poder imitarlas en las virtudes y en el testimonio de cómo ha sido el amor esponsal de ustedes con Dios en estos 50 y 60 años de vida consagrada.
Dios que de vez en cuando se esconde, que lo buscan y no lo encuentran, y luego él las busca y ustedes no están preparadas, se les va y se siente una tristeza inmensa, una preocupación del alma…
¡Dónde está mi amado… y qué tristeza en la vida espiritual, qué inquietud! Y se sale a buscar como en el cantar de los cantares, ¡Dónde está mi Señor, no lo han visto pasar! En esa salida Jesús busca a la amada y al encontrarla, ¡Qué dulzura, no te separas jamás de mí Señor!
«Mi corazón está inquieto y no descansa hasta encontrarte»
dice San Agustín
Es lo que el Papa nos está pidiendo, salgan a buscar al Amado, dónde está y nos dice el mismo Papa ahora que vino a México: está en los pobres, en los marginados, en los enfermos, en los abandonados, en los presos, ahí está tu amado, abrázalo es tu cruz; ve a tu amado allí, ve a esos lugares abandonados tanto física como existencialmente, allí está tu amado, no descanses hasta encontrarlo. Él te busca cuando te buscan los pobres, los enfermos, los marginados, los abandonados… y no estamos, lo rechazamos, le cerramos las puertas, estamos despistados. Luego uno se convierte y pide perdón a Dios, y hasta lloramos. Cuantas veces habrán llorado, cuantas veces habrán sentido la aridez espiritual, habrán pensado que Dios se les fue. Como en el matrimonio dice el hombre: se me fue mi mujer o ella se me fue mi hombre; también ustedes se me fue mi esposo, mi Dios, y Él cuantas veces también habrá dicho, se me fue mi esposa, se me fue mi mujer, buscando otros amores, Dios se preocupa mucho por ustedes, por nosotros.
Pues sigamos testimoniando ahora más que nunca el amor esponsal de Dios con nosotros que tan atacado es en este tiempo, aunque nos contradigan en nuestra vida. No seamos indiferentes, demos testimonio de que Dios existe, que su Esposo existe, que existe la Iglesia y tiene esposo que es Cristo, y que ustedes representan a esa esposa, que tenemos marido. Que cuando estoy con Él y Él conmigo hay mucha alegría, hay amor y hay entrega, 50 y 60 años de entrega.
Vamos a rezar por ustedes para que sigan testimoniando. Y esta misa es de acción de gracias porque a pesar de la fragilidad, que tantas veces hemos dejado al Señor, lo hemos abandonado, Él sigue fiel y nos mueve las ganas de tenerlo de nuevo, nos reconcilia consigo y nos mueve a disfrutar su amor y dulzura que es lo que más llena las ansias del ser humano, solo Dios basta, solo el Espíritu Santo llena todos esos vacíos, dificultades, misterios, solo los llena Dios.
Dice el Papa Francisco:
“Que se vea que están enamorados y que vivan enamorados de Dios a través de sus hermanos.»
Dios les pague que se presten para que Dios sea conocido, sea alabado y amado y que otros sigan evangelizando, por eso les digo que compartan para que aprendamos de ustedes a seguir testimoniando el amor de Dios entre nosotros. Que siga creciendo su Congregación, que siga habiendo vocaciones. Que así sea.
Después de la celebración de la Eucaristía acompañamos a nuestras hermanas en un convivencia fraterna compartiendo también los alimentos y un rato de alegría con familiares y amigos de las festejadas.