Nuestra misión no termina en Octubre.
Recordemos las palabras del Papa Francisco:
La misión «en salida» a los rincones del mundo debe ser incansable
En el mensaje de la Jornada Misionera Mundial, el Papa Francisco subraya que el «drama de la Iglesia» es que Jesús «sigue llamando a la puerta, pero desde el interior, ¡para que lo dejemos salir!»: el anuncio del Evangelio es urgente y universal, pero debe hacerse con «amabilidad», sin forzar ni hacer proselitismo.
«En un mundo desgarrado por divisiones y conflictos, el Evangelio de Cristo es la voz dulce y fuerte que llama a los hombres a encontrarse, a reconocerse como hermanos y a alegrarse por la armonía entre las diversidades». Así se expresa en su mensaje para la 98ª Jornada Mundial de las Misiones, que se celebró el 20 de octubre de 2024, inspirándose en el versículo del Evangelio de Mateo: 22,1-14). «Id e invitad a todos al banquete». «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad», explica el Obispo de Roma. «La misión es, por tanto, una ‘incansable salida hacia toda la humanidad’, sin excluir a nadie, ‘para invitarla al encuentro y a la comunión con Dios'».
Dios: «grande en amor y rico en misericordia», «siempre saliendo al encuentro de cada hombre para llamarlo a la felicidad de su Reino, a pesar de la indiferencia o el rechazo». En la parábola evangélica, el rey manda a los criados que vayan a invitar al banquete de bodas, «imagen de la salvación final del Reino de Dios, realizada desde ahora con la venida de Jesús» nos exhorta a discernir de las falsas promesas de felicidad:: «El mundo propone» de hecho «los diversos banquetes del consumismo, del bienestar egoísta, de la acumulación, del individualismo, el Evangelio llama a todos al banquete divino donde reinan la alegría, el compartir, la justicia, la fraternidad, en comunión con Dios y con los demás.
La invitación de Jesús es tan actual hoy como ayer, «id» e «invitad»: «Cada cristiano -señala el Pontífice- está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en cada ambiente, para que toda la Iglesia salga continuamente con su Señor y Maestro a las «encrucijadas de los caminos del mundo de hoy». No le guardemos como «cosa propia», porque el Señor vino para la misión y quiere que seamos misioneros.
De ahí la invitación a todos los bautizados a redescubrir el impulso y el celo misionero de los primeros cristianos, que sentían «la urgencia de anunciar el Evangelio». El anuncio es universal, concierne «a todas las personas de cualquier condición social o incluso moral»: el Papa observa que, en la parábola del banquete, los sirvientes reunieron «a todos los que encontraron, buenos y malos»: «los últimos y los marginados son los invitados especiales del Rey», «todos son destinatarios de la invitación de Dios», «sólo hay que decir SI a este don divino y gratuito, acogiéndolo y dejándose transformar por él».
Respeto, alegría, amabilidad sin coacción ni proselitismo deben caracterizarnos, es la belleza del encuentro con el Amor salvífico de Dios en Cristo muerto y resucitado: «Al anunciar al mundo la belleza del amor salvífico de Dios.» «No podemos acercarnos a la Mesa Eucarística sin dejarnos arrastrar por el movimiento de la misión que, partiendo del mismo Corazón de Dios, quiere llegar a todos los hombres».
Dirijamos nuestra mirada a María Santísima, primera misionera, supliquemos también hoy su materna intercesión por la misión evangelizadora de los discípulos de Cristo. Con la alegría y la solicitud de nuestra Madre, con la fuerza de la ternura y del afecto, vayamos y llevemos a toda la invitación del Rey Salvador. ¡Santa María, ¡Estrella de la evangelización, ruega por nosotros!
– Papa Francisco
Encuentro con nuestros adolescentes y jóvenes
«Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa» (Col 3,23).