La Fundadora

Breves Datos Biográficos

de la Venerable Madre María Librada del Sagrado Corazón de Jesús Orozco Santa Cruz

Para que el germen de la vida cristiana, nazca, crezca y se desarrolle en el corazón de los hombres de nuestro mundo contemporáneo, se necesita en la misión peculiar de la vida consagrada, constante ejercicio y testimonio heroico de las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

Sólo este camino es el que acerca y mantiene la amistad con Dios, solo este camino mantiene viva, en los bautizados, la conciencia de los valores fundamentales del Evangelio; “un testimonio magnífico y extraordinario de las Bienaventuranzas”. Esto corresponde a las enseñanzas del Divino Maestro que dice: “Siempre que lo hicisteis con uno de estos pequeños hermanos míos, conmigo lo hicisteis”. Y también: “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”.

Por tanto, todo seguidor de Cristo sabe que no se debe separar el amor de Dios del amor del prójimo, principalmente en aquellos que se encuentran en dolorosas tribulaciones y necesidades espirituales, morales y corporales.

Esto lo entendió muy bien y lo cumplió diligentemente la Venerable Sierva de Dios María Librada del Sagrado Corazón de Jesús Orozco Santa Cruz, ya que iluminada por la Palabra y el ejemplo de Cristo Buen Samaritano de los hombres que sufren, entregó toda su vida a la alabanza del Señor y al servicio del prójimo especialmente los más necesitados moral y espiritualmente.

La Madre Libradita nació el 20 de julio de 1834, en Arandas, Jalisco, México. Es la octava de los piadosos esposos Don Juan Orozco y la señora Teresa Santa Cruz. Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, 21 de julio; en este Sacramento recibió el nombre de María Librada y dos años después recibió el Sacramento de la Confirmación. A los 7 años recibió por primera vez a Jesús Sacramentado.

Por razón de trabajo y estudios para la familia, los papás con sus hijos se trasladaron a la ciudad de Guadalajara, con sede en Zapopan. Por tanto, la joven María Librada pasó su niñez y juventud a la sombra de la Santísima Virgen de Zapopan. Estudió en el centro educativo llamado “Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe”, en Guadalajara, Jalisco. En este centro educativo Libradita completó su formación integral destacando en la piedad, oración y práctica de las virtudes. Desde su infancia mostró rasgos preciosos de respuesta incondicional a la gracia de Dios.

Siendo aún pequeña, mostró amor y veneración para con sus papás, los atendió con filial cariño hasta su muerte. Generosamente se desprendía de alguna propiedad personal para obsequiarla a alguna niña, de su edad, necesita. Sus papás con su ejemplo y palabras la ejercitaron en las virtudes especialmente en la caridad para con Dios y el prójimo.

Los medios que ayudaron a María Librada a descubrir su vocación religiosa:

  • El testimonio viviente espiritual de sus papás y de su familia.
  • El Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, centro educativo de rigurosa disciplina cristiana.
  • La acción apostólica de la parroquia.
  • El ambiente Mariano de la Basílica de la Virgen de Zapopan.
  • La dirección espiritual de los padres Franciscanos.
  • El celo esmerado y la actividad evangelizadora de los Prelados de la Arquidiócesis de Guadalajara.

La vida social, eclesial y sobre todo la santidad de María Librada se forjó y se fundamentó en estas seis células, muy especialmente en la familia y en la parroquia, pero en todas encontró un único y mismo centro, La Eucaristía, de donde sacó fuerza para ser coherente, decisión para comprometerse, capacidad para asumir con valentía las exigencias de su consagración a Dios. Después de concluir sus estudios en el colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, en 1851, con permiso de sus papás y de su director espiritual, ingresó al monasterio de las Religiosas Dominicas en la misma ciudad de Guadalajara. Por motivos de persecución contra la Iglesia, Librada se regresó a su hogar, y se dedicó a obras de caridad especialmente los necesitados moral y espiritualmente, así como la preparación de niños a la Primera Comunión; confiando en la manifestación de la voluntad de Dios para realiza su ideal de ser religiosa.

El Carisma inspirado a la madre Libradita “Compasión y Misericordia a los más necesitados», puede ser comprendido solo comparándolo con los sentimientos del Buen Samaritano.

Una nota histórica nos revela que inició este carisma en el momento del encuentro con una joven que había fracasado en su vida al perder su honra y que la conmovió profundamente haciéndola buscar el modo de ayudarla, realidad que, al mismo tiempo, la puso en el lugar donde llevaría a cabo su vocación, aquella que la hizo grande a los ojos de Dios y de los hombres. Este es en pocas líneas el nacer, el desarrollo y concretarse del carisma.

Es el momento más íntimo, más sagrado de la percepción de la vocación que la llevará muy lejos, frente a aquellas criaturas que más que nadie necesitaban de la confirmación del perdón de parte de Dios y de la certeza de que Dios no las abandonaba al destino, en vez de desentenderse rápidamente como hacía la sociedad de su tiempo.

Todo su proyecto lo puso en las manos de Dios y de su director espiritual Fray Teófilo García Sancho OFM, quien, con la debida prudencia le aconsejó esperar un poco más a fin de conocer la voluntad de Dios.

En el año de 1887 su director espiritual conociendo que el proyecto de Libradita era de inspiración Divina, la autorizó para realizar su obra, informándole que el Padre Fray Pascual Antonio del Niño Jesús Avelar OFM López sería su asesor y guía espiritual. Para este año ya se habían unido a ella otras señoritas que simpatizaban con su ideal.

Contando con el permiso de su director espiritual, y la asesoría del Padre Pascual Avelar, inmediatamente la madre Libradita el 14 de febrero de 1889 solicitó del Sr. Arzobispo Don Pedro Loza y Pardavé, permiso para comenzar su obra. El documento dice así:

“…Nos proponemos con el favor de Dios y la protección de Vuestra Señoría Ilustrísima, llevar vida consagrada a Dios; dedicada a rehabilitar a las mujeres moralmente descarriadas y a la enseñanza Cristiana de la niñez y juventud.” “Para que puedan realizarse nuestros deseos y propósitos, necesitamos de una localidad que tenga amplitud y comodidades indispensables, por lo que pretendemos que vuestra Señoría Ilustrísima nos conceda en usufructo, si es posible, la casa (en ruinas) comenzada a construir… Nos proponemos, con nuestro propio capital económico, continuar la edificación…”

Dicha casa en ruinas estaba ubicada en la ciudad de Guadalajara en lo que ahora es entre las calles: Angulo, Garibaldi entre Mezquitán y Federalismo. El 28 de marzo de 1889 el Arzobispo le concede todos los permisos para que inicie su obra en la casa solicitada.

La madre Libradita con profundo y ardiente amor a Dios y al prójimo, el 1° de mayo de 1889 inicia la edificación de un templo dedicado a la Santísima Virgen del Refugio, la construcción duró once años. Se bendijo el 3 de julio de 1900 y la misa de acción de gracias se celebró al siguiente día fiesta de nuestra Señora del Refugio, al mismo tiempo que se construía el templo impulso la construcción del convento y los departamentos o locales para los apostolados.

El 1° de junio de 1889 establece el apostolado de Rehabilitación de la joven moralmente descarriada. Su grande preocupación era, evitar las ofensas hechas a Dios por los pecados de esas muchachas.

En septiembre del mismo año, a tres meses funda dos escuelas una para niños y niñas pobres y otra para niños y niñas de paga. Su deseo era sembrar en el corazón de la niñez y juventud la semilla cristiana.

Después de ejercitarse en la vida comunitaria, y en los apostolados fundados por ella, con la autorización del mencionado Sr. Arz. De la Diócesis de Guadalajara Don Pedro Loza y Pardavé, el 7 de mayo de 1897, la madre Libradita junto con otras seis compañeras emitió oficialmente los votos perpetuos tomando el nombre de María Librada del Sagrado Corazón de Jesús.

Quedó oficialmente fundada la Congregación de Religiosas Franciscanas de Nuestra Señora del Refugio, la Madre Libradita reconocida como legitima fundadora de esta familia religiosa.

El 4 de julio de 1897 fundó el primer noviciado, y el 15 de julio recibe de manos del padre Avelar los primeros estatutos con los cuales se debía regir su familia religiosa. Dichos estatutos eran bendecidos por el arzobispo Loza. Así mismo el 17 de septiembre de 1900 recibe las constituciones y el manual de ceremonias religiosas aprobado por el Arzobispo Don Jacinto López.

Como era natural se confió a la Madre Libradita el oficio de superiora general el 4 de agosto de 1889 y se confirma el 5 de junio de 1897, el cual desempeñó con dedicación, tacto y prudencia. Su mando era firme, sus decisiones definitivas, pero nunca atropelladoras. Tenía el don de gobierno.

Era un alma de mucha oración. Olvidada de sí misma sirvió completamente a su familia religiosa, que durante su gobierno creció con nuevas vocaciones convirtiendo su familia en una congregación floreciente llena de vigor espiritual.

Puso mucho empeño en la formación espiritual de las hermanas a quienes exhortaba a que correspondieran a la gracia Divina y fidelidad a la vocación recibida, a los votos, a las reglas o constituciones propias. Para esto las motivaba en la vivencia de las virtudes teologales para dar siempre en todo momento buen testimonio de Cristo y evitar toda mancha de pecado.

La madre Libradita amó entrañablemente a la Iglesia y este mismo amor se esforzó por infundir en el corazón de las hermanas, siempre confirmó con el ejemplo de su vida lo que enseñaba con las palabras. Por amor a Dios y a la Iglesia, sirvió a los pobres y a los ricos, sin distinción de clases sociales, compartiendo con gozo y alegría el carisma que recibió del Señor “Misericordia, Paz, Caridad». En su vida y en sus obras repitió constantemente el sublime pasaje evangélico de El Buen Samaritano.

En mayo de 1904, por su edad avanzada, y su escasa salud, con licencia del Sr. Arzobispo de Guadalajara Dn. José de Jesús Ortiz, dejó el oficio de Superiora General… no obstante la realidad de su edad, impulsada por el ardiente deseo de la Gloria de Dios y de la salvación de las almas, con licencia del mismo arzobispo extendió su obra en la Villa de Zapopan, Jalisco. Así el 1° de diciembre de ese año decidió iniciar la construcción de un 2° templo, éste, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús; y al mismo tiempo la preparación de niños y personas adultas a la Primera Comunión, en el lugar mencionado.

El 3 de agosto de 1905 fundó la 2ª casa religiosa en la referida villa de Zapopan y estableció un asilo para niñas. El 20 de enero de 1907 tuvo lugar la ceremonia de Bendición y dedicación del Templo del Sagrado Corazón de Jesús y bendición de la casa religiosa. En septiembre del mismo año estableció una escuela mixta con el nombre de “Asilo del Sagrado Corazón” y el 27 de agosto de 1909 establece la fundación canónica de un segundo noviciado.

La madre Libradita, después de manifestar su amor profundo a Dios y al prójimo, por las obras que realizó en bien de la Iglesia, falleció en olor de santidad el 20 de marzo de 1926, en el primer convento anexo al templo de Ntra. Sra. del Refugio, impulsado por ella en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, lugar donde fundó su congregación, al amparo de la Virgen del Refugio, venerada por sus hijas religiosas, por el pueblo y por las autoridades eclesiásticas y civiles. Los restos de la Madre Libradita se encentran en el mencionado templo.

Causa de beatificación y canonización

De la Venerable María Librada del Sagrado Corazón de Jesús Orozco Santa Cruz. Fundadora de las Religiosas Franciscanas de Nuestra Señora del Refugio. Si recibes un favor, una gracia o un milagro por intercesión de la Venerable madre María Librada te rogamos lo comuniques a los teléfonos: (01-33) 3633 0717; 3633 3016; 3633 3852. Teléfono Fax 3656 1256 o al domicilio calle Libertad #142, C.P. 45100, Zapopan, Jalisco, México.

“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este árbol: «Arráncate y plántate en el mar», y os habría obedecido” Lucas 17,1-6

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Virgen del Refugio

Vivencia de las virtudes

de la Madre María Librada del Sagrado Corazón de Jesús Orozco Santa Cruz







Jesús era el sentido de su vida, como confirman sus palabras:


“A una esposa debe serle muy dulce imitar a su Esposo y sacrificarse por Él en aras del amor y ese mismo amor hará que te gane almas para que te amen, pues, aunque tan miserable, procuraré, aunque sea con mi buen ejemplo, atraer los corazones hacia ti, acordándome de la ardiente sed que en la cruz tanto te atormentaba.”

VIDA TEOLOGAL

La venerable Sierva de Dios se nos presenta como una extraordinaria administradora de los dones que el Señor le confió; practicó en grado heroico las Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad, así como los Dones del Espíritu Santo y demás virtudes naturales y sobrenaturales. Por amos a Dios y a la Iglesia sirvió con gozo a los pobres y a los ricos sin distinción de clases sociales a quienes ofreció con generosidad y desprendimiento todo lo que recibió del mismo Dios.

Poseía una inteligencia profunda y práctica; un memoria privilegiada, que le hacía tener presentes aún los mínimos detalles y una voluntad firme y decidida para obrar siempre el bien.

El conocimiento de Dios y de sus misterios, muy especialmente la pasión de Cristo, el misterio de la Eucaristía, la inhabitación en nosotros de la Santísima Trinidad, fue el centro y el móvil de su vida; su espíritu de fe le dio la seguridad para sacar adelante la misión que el Señor le había confiado. Siguió el camino de la cruz, el camino de las grandes y dolorosas pruebas, que afrontó con fortaleza, alegría y confianza en Dios, para mayor gloria de Él y bien de las almas.

Era alma de mucha oración, recogimiento y unión con Dios. Todos los días, en la quietud de la noche, se le veía arrodillada, sin moverse, como una estatua a los pies del Santísimo Sacramento. Tenía el don de oración.

Vivencia de la Fe

Fue una mujer de profunda vida espiritual, cimentada en la fe, virtud teologal.

Desde su niñez se ejercitó en mirar los acontecimientos de cada día y época bajo la luz de Dios.

La Fe era su norma de vida sobrenatural, base de su actitud interior y exterior. Inspirada por Dios, manifestó varias veces su proyecto de fundar una congregación religiosa, pero su confesor y director espiritual Fray Teófilo García Sancho ofm, durante muchos años no la autorizó. Ella, sin embargo, esperaba y aceptaba con fe admirable la voluntad del Señor.

Siempre vio en la voluntad de sus superiores la voluntad de Dios. Por fe amaba entrañablemente a la Iglesia y a su jerarquía, y fue fuel a ella hasta su muerte. Por su fe realizó grandes obras, tanto en el plano espiritual como moral, social y material, en bien de la Iglesia.

María Librada jamás cejó en su empeño de vivir una vida totalmente iluminada por la luz de la fe.

Tenía a Dios como causa y motivo primordial en todo lo que hacía; estaba profundamente convencida de su bondad, de su amor, de su fidelidad, de la mutua donación. En consecuencia, estaba segura de que nada le faltaría a ella y a sus religiosas al seguir la misión que el Señor les había encomendado.

Asimismo, infundía en todas las personas que la rodeaban la convicción de que Dios es la fuente única de nuestra vida, de nuestros ser, de nuestro pensar y de nuestro obrar. Quienes se acercaban a ella percibían inmediatamente la presencia de Dios.

Refiere la Sra. Beatriz E. Orozco, sobrina de la Madre Libradita:

“La Madre Libradita nos daba buenas enseñanzas y consejos, nos enseñaba jaculatorias a las niñas de mi edad y nos infundía la devoción al Santísimo Sacramento. También era sumamente devota de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Expectación, venerada en el Santuario de Zapopan, Jalisco. Nos levantaba a las siete de la mañana para llevarnos a la Santa Misa, y después a la escuela”.

Influyó mucho en la fe y en la vida cristiana del pueblo de Dios a través de los apostolados y de las obras espirituales y materiales emprendidos por ella, como la construcción de los templos dedicados a la Santísima Virgen del Refugio, en la ciudad de Guadalajara y el Sagrado Corazón de Jesús en la Villa de Zapopan.

Vivencia de la Esperanza

La Madre libradita practicó y vivió la virtud de la esperanza. La poseía y se gozaba en ella, no tanto por el bien propio, cuanto por la gloria que, por su medio, recibía Dios.

Toda su vida se abandonó en las manos de Dios: “Estoy en los brazos de mi amado”, contestó a una niña que le preguntó por qué estaba tan quieta y silenciosa al pie del altar. Asimismo, cuando en el año 1893 le fue retirado un importante donativo para la construcción del templo de la Santísima Virgen del Refugio, comentó con paz y serenidad: “Estoy en las manos del Sagrado Corazón, Él sabrá lo que hace.»

Tanto en la quietud de su profunda intimidad con Dios como en las horas de dinámica actividad, lo confiaba todo a Dios. Hizo suyas las palabras del salmista: “En Dios solo descansa, ¡Oh alma mía! De Él viene mi esperanza”. Sus hijas religiosas y las personas que la conocieron recuerdan su paz y tranquilidad en medio de las pruebas y sufrimientos.

María Librada se mostró siempre activa, diligente en encontrar los medios más eficaces para alcanzar la salvación de su propia alma y la salvación de los demás. Su oración, que practicó desde su juventud, la llevó a una experiencia profundamente contemplativa, mantuvo constantemente la presencia de Dios y la motivó a realizar frecuentes actos de esperanza heroica. Estaba segura de que el Señor es fiel a sus promesas.

Vivencia de la Caridad

El amor a Dios y al prójimo fue el centro y móvil de toda la vida de María Librada, tanto en las acciones pequeñas como en las grandes obras.

Difícilmente en el curso del día perdió de vista a su amantísimo Esposo celestial. Aprovechaba cada ocasión, aun en la noche, para elevar Dios su apasionado himno de amor.

Confiesa la madre Lucía Rodríguez, testigo en el proceso de beatificación: “La Madre Libradita brilló como un sol en la virtud de la caridad. Por sus pensamientos y sus obras, se veía que amaba a Dios con un amor heroico… Le gustaba mucho contemplar el Viacrucis y el nacimiento del Señor, tanto que cada hermana tenía una escultura del Niño Dios. Procuraba que todo se hiciera para gloria de Dios. Cuando yo llegué a la Comunidad y la conocí personalmente, no tenía otra cosa de qué hablar sino de Dios; la forma de hablar era con mucho cariño hacia Dios”.

Este ardiente amor la llevó a un constante cumplimiento de la misión que el Señor le confió y lo manifestó de diversas formas. Desde muy joven promovió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el santuario de la Virgen de Zapopan, y logró que cada año se celebrara con solemnidad y gran piedad el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.

Su mismo amor a Dios la impulsó a fundar la Congregación de Religiosas Franciscanas de Nuestra Señora del Refugio y a establecer varias escuelas para la educación de la niñez y juventud.

Su anhelo era “Sembrar en el corazón de los niños la semilla cristiana”.

Fue misericordiosa y compasiva ante las necesidades del prójimo. Su celo por la salvación de las almas era grande y profundo. Los desamparados acudían a ella diariamente en gran número y jamás los dejaba retirarse con las manos vacías y menos, desconsolados. Como el Buen Samaritano del Evangelio (Cfr. Lc. 10, 30-37), se inclinó reverente ante la joven moralmente descarriada; tuvo compasión, vendó sus heridas, y cuidó de ella hasta elevarla a una comunión y amistad constante con Dios. Asimismo, cuidó y atendió vigilante a la niñez y juventud, en internados y en las escuelas o colegios fundados por ella. Con ternura y caridad, paciencia y bondad entregó toda su vida, incluso, todas sus riquezas y bienes materiales en favor del prójimo. Con sus religiosas fue una verdadera madre cariñosa, comprensiva y muy celosa de su vida espiritual; trabajó de forma incansable por la santidad de cada una hasta su muerte.

Amó entrañablemente a los sacerdotes, ministros del Señor aquí en la tierra. Por su Fe, Esperanza y Caridad penetrante y contemplativa, no veía en los hombres sino hermanos rescatados por la Sangre de Cristo y miembros de su Cuerpo Místico.

Amor a la Santísima Virgen
La Madre Libradita profesó un gran amor y una devoción singular y entrañable a la Santísima Virgen María.

A ella, en su advocación de “Refugio de Pecadores”, consagró su familia religiosa y sus apostolados.

Guiada primeramente por su mamá y después por su director espiritual, llegó a imitar y practicar sus virtudes en grado heroico.

Desde los comienzo de la fundación de su congregación religiosa, se esforzó por infundir en el corazón de sus hijas y en sus apostolados una veneración especial a la Santísima Virgen.

El Papa San Juan Pablo II, declaró solemnemente que María Librada practicó las Virtudes Teologales en grado heroico y por tanto la Declara VENERABLE el 18 de diciembre del año Santo 2000.

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